24 mar 2013

Aguanta. España no es Chipre

Eres un chipriota y tienes unos ahorros con los que podrías amortizar la hipoteca. No obstante, dados los tiempos que corren, piensas que mejor mantener estos fondos en un depósito a la vista para poder ir tirando en un hipotético futuro sin trabajo. Además, como por el depósito te dan un interés mayor que el que pagas por el préstamo, hasta te sale rentable. Por supuesto, este último dato lo llevas con discreción, no vayas a ser víctima de esa última moda consistente en decirte que eres un pelacañas que vive por encima de sus posibilidades. 

Y entonces viene la troika con la intención de imponer una quita. Imagínate, pretenden robarte parte de tus ahorros pero sin que nadie se tome la molestia de condonarte parte de tu préstamo. De juzgado de guardia. 

Bien es verdad que finalmente la quita se ha circunscrito a depósitos de más de 100.000 euros, pero no nos equivoquemos. Ha terminado siendo así porque la propuesta inicial la tumbó el parlamento chipriota. Imagínate el resultado en un parlamento con mayoría absoluta y disciplina de partido. Y no miro a nadie. 

Por cierto, ¿podría ocurrir aquí? Sin duda. Es más, puedes apostar a que lo han pensado, ya que siempre van unos cuantos pasos por delante, o eso deberían. De hecho, el ministro de economía se apresuró a decir que esto aquí jamás pasaría, algo que, deba o no tomarse como el anuncio de la inminencia de la medida (poco después ya dudaba), convendrás en que no puede decirse con tanta contundencia si no se ha analizado antes… o sí. Da igual, el caso es que nunca los subestimes, aunque parezcan idiotas y se comporten como tales con asombrosa fidelidad.


Ante la situación actual, el procedimiento estándar hubiera sido el de devaluar la moneda. Como esto no puede ser, hoy por hoy están intentando hacer ese cambio de escala legislando para que bajen nuestros sueldos, esto es, nuestro poder adquisitivo. Es lo que llaman una devaluación interna. 

Si esto no funciona, el siguiente paso es recurrir directamente a la quita. Como en Chipre. 

¿Por qué no lo han hecho ya? En parte por miedo a un estallido social. Anchas son nuestras tragaderas, pero mejor no tentar a la suerte. Podrían tratar de controlarlo apelando al patriotismo, esa demagogia del “juntos podemos”, el "a por ellos" y demás mientras suena el himno y alzan la bandera, pero no es que aquí vayamos precisamente sobrados de patriotismo. Con todo, la causa principal de que no se atrevan es por la evasión de capital inmediata que se produciría. ¿A quién o a qué les preocupa que pueda lastimar eso? Obviamente, al sistema bancario, que necesita todo ese dinero líquido como agua de mayo. ¿Y a ti? Sí, claro, y a ti, que les preocupas muchísimo. 

Así pues, alégrate. Ve a tu oficina bancaria más cercana a darle un abrazo al director, al segurata y a la señora de la limpieza. Y, si estás hipotecado, reza, sobre todo reza para que el proceso de saneamiento bancario dure al menos hasta que venza tu hipoteca. 

En cualquier caso, recuerda lo siguiente: si un fin de semana largo, de esos de puente, se reúne la troika para hablar de España, ve a esa misma oficina, toma el dinero y corre.



5 mar 2013

¿Has visto alguna vez una mesa?

Recuerdo de niño el día en que un maestro, para dárselas de erudito, nos preguntó si alguna vez habíamos visto un espejo. Nosotros inmediatamente asentimos, tal y como él esperaba, así que se dispuso a dejarnos con la boca abierta. Ciertamente, es un objeto escurridizo, puesto que siempre que lo intentas mirar acabas viendo tu propia imagen, y su argumento fue por ahí. Era su día, así que al final nos convenció de que era imposible ver un espejo.

Esta anécdota la he tenido siempre muy presente. Por suerte, quiso la vida que mi formación siguiera la senda de la Física (teórica, valga la redundancia), con lo que tiempo y recursos he tenido para superar con creces las incertidumbres sembradas por aquel malévolo maestro. Ahora, si me lo encontrara, le replicaría preguntándole si alguna vez ha visto una mesa, así, tal cual. No creo que eso vaya ocurrir y tampoco quiero imitarle, así que trataré de explicar de qué estamos hablando cuando aseguramos estar viendo una mesa.

La Física postula que todo cuerpo permanece en un mismo estado mientras no interactúa con su entorno, algo que podría tomarse como definición de interacción. Así, la pelota permanece en el suelo hasta que el niño la patea. Así, la luz prosigue su camino rectilíneo mientras no encuentra un obstáculo. Y ese obstáculo va a ser la mesa en nuestro ejemplo. Veamos qué ocurre.

En el momento en que los fotones alcanzan los átomos de la superficie de la mesa se produce una interacción electromagnética que se traduce en que los fotones son absorbidos a cambio de alterar el estado de dichos átomos. En general, esta alteración se traduce en que los átomos adquieren velocidad, lo cual a efectos macroscópicos es hablar de aumento de temperatura. Sin embargo, a veces un fotón tiene la energía exacta que necesita el electrón de un átomo para saltar a una órbita superior. Cuando el encuentro se produce, el electrón absorbe el fotón y salta a la órbita excitada gracias a esa energía que ha incorporado. Al rato, como todo sistema alterado tiende a recuperar el equilibrio, el electrón decae y vuelve a la órbita estable a cambio de emitir un fotón de esa misma energía. La única diferencia entre el fotón entrante y el saliente es la dirección. El fotón entrante provenía de una fuente de luz concreta mientras que el saliente toma una dirección al azar. Por lo demás, ambos fotones tienen la misma energía, lo cual equivale a decir que tienen las mismas frecuencia y longitud de onda, eso es, el mismo color.

Finalmente, estos fotones emitidos por la mesa llegan a nuestros ojos, donde son absorbidos por los átomos que conforman la retina, lo cual desencadena una corriente eléctrica que se propaga a través del sistema nervioso central. En algún momento y de algún modo, esta corriente se traduce en nuestra conciencia en la convicción de estar viendo una mesa.

A esto le llamamos estar viendo una mesa.

Desde una perspectiva macroscópica, la luz incide sobre la mesa y es absorbida a excepción de cierto espectro de longitudes de onda que corresponde con el color de la mesa y que es dispersada en todas direcciones, y esta alteración se transmite a nuestro sistema nervioso para revelar la existencia de una mesa. El resto de luz, la que es absorbida, va calentando la mesa aunque no indefinidamente, ya que los átomos tienden a perder velocidad a base de emitir fotones en el espectro infrarrojo, lo cual conduce a una temperatura de equilibrio. Esta luz infrarroja no la percibimos por estar fuera de nuestro espectro visible, por nada más. De lo contrario, también formaría parte de nuestra visión de la mesa, y la veríamos distinta.

Para algunas personas lo explicado será una obviedad, para otras será un rollo. Lo siento, y no lo digo con ironía. En la divulgación científica cuesta calibrar con qué interés y base cuenta el público. Pero es que a mí me parece una maravilla comprender la infinidad de fenómenos que ocurren en algo tan cotidiano como es observar una mesa. Y todavía lo será más cuando identifiquemos y profundicemos en algunas preguntas que para algunos ya estarán flotando en el aire. Me gusta intentar compartirlo.

Aunque ahora no lo parezca, mi objetivo final es dar un enfoque racional a un tema tan inaccesible como la muerte. ¿Se puede hablar de un tema así prescindiendo de charlatanes paranormales? ¿Uno puede asegurar que no hay consciencia tras la muerte? ¿Qué es la consciencia?

Este objetivo tan sensacionalista sólo es un pretexto que sirva de acicate para seguir el camino durante el cual en verdad voy a intentar reflejar la belleza de la Física. Sí, he dicho bien, belleza, la mayor que uno pueda imaginar jamás.

Pero vayamos por partes, paso a paso, así que mejor sigámonos preocupando por la mesa. ¿Qué es una maldita mesa?

Creo que me he metido en un buen jardín.